TROFEO CORNUDELLA- N2 DE FINN 30 de noviembre y 1 de diciembre de 2024 INSTRUCCIONES DE REGATA
Enlace inscripción: https://cnelbalis.sailti.com/es/default/races/race-inscription/text/TROFEOCORNUDELLA-N2FINN-es/0
Un Infierno de Calma Chicha en el Balís: La Cornudella que no fue.
Un día despejado y mucho sol acompañaba el cielo sobre el Club del Balís. Sin lluvia, ni el frío, sino la ausencia de viento, la que helaba los huesos de los regatistas de la clase Finn. La Cornudella, escenario de épicas batallas navales, se había transformado en un círculo del infierno dantesco: el círculo de la calma chicha.
Las velas, flácidas y sin vida, pendían de los mástiles como espectros. Los Finn, orgullosos guerreros de los mares, yacían inmóviles en el club, cual almas en pena a la espera del juicio final. El silencio, roto solo por algún helicóptero, se hacía insoportable.
En la reunión previa, el comité, cual Caronte a las puertas del Hades, anunció el fatal destino: no habría delta. La decisión, como una espada de Damocles, pendía sobre las cabezas de los regatistas. La esperanza, un hilo tenue, se aferraba a la posibilidad de que Eolo, dios del viento, se apiadase de ellos.
A las 12, el comité, armado con sus instrumentos de medición, se adentró en el Averno marino. Dos largas horas de espera, dos horas de tortura, mientras la radio, como una voz infernal, repetía el cruel veredicto: "Viento insuficiente".
La flota, condenada a la inactividad, vagaba por tierra como almas en pena. Algunos, cual Sísifo en su eterna condena, se dedicaban a limpiar sus barcos, una y otra vez. Otros, como Tántalo atormentado por la sed, realizaban mediciones y ajustes en sus velas, en un vano intento de invocar al viento.
La Cornudella, la regata que prometía gloria y emoción, se había convertido en una agonía. Un infierno de frustración, donde la única certeza era la ausencia de viento, y la única compañía, la sombra de la derrota.
Y así, con la resignación de los condenados, los regatistas del Balís se enfrentaron a su particular infierno. Un infierno de calma chicha, un infierno sin viento, un infierno sin regata.
El domingo, último día de regata....
Tras la calma chicha del sábado, el domingo amaneció con un viento que, aunque tímido, insufló esperanza en los corazones de los regatistas. La Cornudella, cual ave fénix, renacía de sus cenizas.
Sin embargo, la jornada comenzó con un sobresalto digno del Purgatorio dantesco. Los regatistas ibicencos, aún con el dulce sabor del desayuno en sus labios, se vieron sorprendidos por la noticia de que la flota ya estaba en el agua. ¡Habían izado la bandera de salida sin previo aviso! En una carrera frenética, cual almas perseguidas por demonios, corrieron hacia sus Finn, logrando, por fortuna, unirse a la regata in extremis.
El comité, con la severidad de Minos, juez del Inframundo, decidió izar la bandera negra ante los numerosos fueras de línea. La regla 30.4, implacable como el destino, se cernió sobre los infractores, condenándolos a la descalificación sin juicio.
Pero las tribulaciones no acabaron ahí. Con el ansia de disfrutar de la navegación, la flota se convirtió en una masa compacta de velas y cascos. Los roces, las protestas, las penalizaciones se sucedieron, creando un ambiente de tensión propio del Infierno.
A pesar de todo, se lograron completar cuatro mangas, con un descarte que alivió las penas de algunos. El viento, como un regalo divino, fue en aumento, permitiendo a los Finn planear sobre las olas y a los regatistas colgarse de las cinchas en la ceñida.
Finalmente, la Cornudella se redimió. El día, con un sol radiante que contrastaba con la oscuridad del sábado, se convirtió en un canto a la vida. El Club del Balís, cual paraíso terrenal, ofreció una regata de 10, con una organización impecable y un ambiente inmejorable.
Los regatistas, tras las pruebas del fin de semana, abandonaron el Balís con el alma renovada. Habían superado el infierno de la calma chicha, las trampas del Purgatorio y las tentaciones del Infierno. La Cornudella, a pesar de sus dificultades, les había regalado una experiencia inolvidable, una experiencia que, como los versos de Dante, quedaría grabada en sus memorias para siempre.
Resultados
Imágenes cedidas por el Club El Balis
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